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Pues el SEÑOR me dijo:
«Yo estaré callado y vigilante desde el lugar donde yo vivo,
    como calor brillante cuando calienta el sol;
    como nube de rocío en el calor de la época de cosecha.
Antes de la época de cosecha,
    cuando haya pasado la floración
y las flores se conviertan en uvas maduras,
    podarán con cuchillos los vástagos de la vid,
    y cortarán las ramas y las quitarán.
Las dejarán en las montañas
    para las aves de rapiña y los animales salvajes.
En el verano les servirán de alimento a las aves.
    En el invierno se las comerán los animales salvajes».

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